Las comparaciones son odiosas (a veces): ‘The Descent’ y ‘The Ritual’

Un grupo de amiguis decide pasar un fin de semana de expedición y aventura con catastróficas y fatales consecuencias. Y poco más.

La premisa de ambas películas es prácticamente idéntica —y un tópico, también— pero no podrían ser productos más diferentes entre sí. Una está protagonizada por chicas y otra por chicos. Las chicas de The Descent exploran una cueva y los chicos de The Ritual se pierden por un bosque. Y todavía hay más diferencias, la primera se estrenó en 2005 y la segunda en 2017. Hablando en serio, estas dos películas son un buen ejemplo de que se puede hacer algo totalmente distinto con la misma premisa y la misma historia de fondo.

En The Descent, un grupo de chicas decide retomar su afición a la espeleología tras el año de luto que una de ellas ha pasado por la muerte de su marido y su hijo. El objeto de su expedición es una cueva inexplorada con el fin de obtener la satisfacción y el reconocimiento de ser las primeras en hacerlo. La salida queda bloqueada por un accidente y a medida que se van adentrando en busca de otra salida también van descubriendo que tal vez no han sido las primeras en llegar ahí.

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«Os acordáis de dónde hemos dejado aparcado el coche, ¿no?».

Por otro lado, The Ritual comienza con una situación de luto similar hacia uno de los amigos del grupo, quienes deciden viajar a Suecia para honrar su pérdida. De vuelta al hotel casi de noche se arriesgan a salirse de la ruta establecida atravesando un bosque que les puede ahorrar horas de camino, pero que ya desde el primer momento parece demasiado inquietante.

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«Nosotros no hemos venido en coche, ¿no?».

El enfoque de las dos películas es muy distinto. The Descent está dividida en dos secciones, siendo la primera puramente claustrofóbica y la segunda extremadamente monstruofóbica. Durante esta primera sección, solo una de las chicas —la líder que ha cargado con la iniciativa todo el tiempo— sabe que es una cueva sin explorar, pues quería darles una sorpresa a las demás cuando salieran. Al derrumbarse la salida, la tensión explota entre ellas y el espacio comienza a achicarse. La dirección de Neil Marshall brilla en cada asfixiante plano, haciéndote sufrir con ellas cada herida y cada nuevo obstáculo que superar.
En su segunda mitad, todas sus virtudes quedan inundadas, literalmente, de sangre. En la —suponemos— zona más profunda de la cueva encontramos a los habitantes de esta y potenciales responsables de que ningún explorador lograra acreditarse el descubrimiento de la susodicha: una especie de mutantes–murciélago con mucha hambre, como tienen siempre todos los seres extraños del cine de terror. La tensión aquí sigue existiendo, pero ha evolucionado a otra cosa al mismo tiempo que todo el talento tras las cámaras ha parecido agotarse en los minutos anteriores.

En The Ritual, sin embargo, el giro fantástico de los acontecimientos no se nota tan forzado ni rompe lo anterior porque ya se va anticipando desde que encuentran al primer animal colgado y destripado. Este es un terror más inquietante, basado en la sugestión de esos ruiditos lejanos que se escuchan y de lo que parece moverse entre los árboles. Visto así, la comparativa por escenario parecería más apropiada con El proyecto de la bruja de Blair, pero tanto por nexo como por premisa se antoja más similar a The Descent. Los personajes saben que no es buena idea seguir en ese bosque a raíz de unas espeluznantes pesadillas que han tenido todos, pero la lesión en la pierna de uno de ellos les obliga a mantener la ruta, estando igual de atrapados que las chicas de The Descent. Cuando finalmente se desvela el peligro que les acecha, la película pierde de igual modo su misterio, pero sigue sintiéndose como la misma historia sin sacrificar su coherencia interna.

Si The Descent se hubiera mantenido en la línea claustrofóbica y hubiese logrado mantener la tensión sin recurrir a esos efectismos baratos, sin duda la pondría subjetivamente por delante de The Ritual —y la comparación sería con la española La cueva—. Es un terror muy real, muy cercano. La situación de estar atrapadas sin una salida y sin posibilidad de pedir ayuda ya es bastante terrorífica sin necesidad de recurrir a monstruosos monstruos. En cambio, The Ritual presenta un concepto relativamente original sin el que su historia se habría quedado en nada y con el que al menos logra no ser del todo olvidable. Se apoya mucho más en la pérdida del amigo como arco de desarrollo, cosa que para mí es un acierto.

Curiosamente, aunque el planteamiento de la misma premisa es dirigido por dos caminos muy distintos, su conclusión y mensaje sigue siendo el mismo: no te vayas de la ciudad, ahí estás a salvo; quédate en un bar, mejor.

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